“Para presumir hay que sufrir”, dice el refrán. Y aunque no siempre es necesario, Aitana reconoce que a veces aplica esa lógica para sentirse más segura en sus apariciones públicas. Así lo confesó recientemente durante la fiesta de Yves Saint Laurent, donde acaparó todas las miradas con un look arriesgado y potente: vestido de cuero negro, gafas oscuras y unos altísimos tacones que no pasaron desapercibidos.
La cantante, cada vez más alineada con una imagen más atrevida tanto sobre el escenario como en su vida personal, sorprendió con un estilismo que evocaba a Trinity de Matrix. Pero lo que más llamó la atención fueron sus zapatos: unos tacones de aguja de 17 centímetros con plataforma de la firma Amina Muaddi, modelo Angelica, valorados en 1.080 euros.
Tras un pequeño traspié, los reporteros le preguntaron directamente por el calzado. "¿Son cómodos?", le plantearon. “No, como siempre. A veces me gustaría venir en bambas, ya te lo digo”, respondió con honestidad. Y añadió una confesión íntima: “Soy muy bajita y no me gusta”, en referencia a su estatura, y dejando entrever que los tacones son una herramienta para sentirse mejor consigo misma en contextos públicos.
Lejos de evitar el tema, la artista mostró su lado más humano y cercano, revelando que incluso en la incomodidad encuentra una forma de empoderarse. Una técnica personal, como ella misma dejó ver, para afrontar con más seguridad los focos y los comentarios, aunque implique cierto sacrificio.
Durante el evento, también fue consultada brevemente por sus románticas imágenes junto a Plex, aunque Aitana optó por no confirmar ni desmentir la relación. Prefirió mantenerse al margen, mientras su estilo —y su sinceridad— hacían el resto.
Con esta aparición, Aitana no solo impone tendencias, sino que demuestra que detrás del glamour también hay estrategias emocionales para lidiar con la exposición mediática. Un detalle que no pasa desapercibido en el camino hacia la autenticidad.